El Taller de Escritura

El viernes 18 de mayo se estrena en España El Taller de Escritura del francés Laurent Cantet. Con el hilo conductor de una actividad meramente extra escolar la historia se introduce de lleno en la problemática de un grupo de jóvenes en una ciudad golpeada por el paro y la pobreza.

La película narra la historia de Antoine que ha aceptado formar parte de un taller de escritura donde unos jóvenes, como parte de un programa de integración social, deben escribir una novela con la ayuda de Olivia, una conocida escritora. A raíz del trabajo en el taller, resurge el pasado obrero de la ciudad y el cierre del astillero en La Ciotat (Francia)  hace 25 años, pero nada de esto interesa a Antoine. Volcado en preocupaciones más actuales, se opone al grupo y a Olivia con una violencia que alarma y seduce a la novelista.

La cinta plasma la mutación radical de una sociedad, de una cultura que, empujada por crisis económicas y políticas, ya no se acuerda del mundo tal como era y tal como les gustaría seguir viéndolo a “los viejos”. Los jóvenes del taller de escritura dejan claro que no quieren pertenecer a una historia que ya no puede ser la suya. Se enfrentan a problemas totalmente diferentes. Deben encontrar un lugar en un mundo que no les tiene en cuenta, sienten que no controlan lo que pasa a su alrededor, ni siquiera su vida. Están frente a una sociedad violenta, desgarrada por apuestas sociales y políticas de lo más inquietante: precariedad, terrorismo, ascenso de la extrema derecha.

Con este taller, el director no solo deseaba mostrar el recorrido hacia la escritura, sino sobre todo el difícil esfuerzo que representa pensar conjuntamente y ponerse de acuerdo. Es decir, una dinámica de trabajo con tensiones, callejones sin salida, compromisos y soluciones intermedias.

Laurent Cantet se interesa mucho ver que la educación siempre acaba siendo una especie de formateo, de orientación que lleva a los que se forman a interesarse por cosas que no les conciernen directamente. “No digo que no sea tan inevitable como eficaz, pero me parece importante que las personas encargadas de la educación sean conscientes de lo que pasa. De hecho, es lo que Antoine, el personaje central de la película, le reprocha a Olivia: ha venido de París con una idea preconcebida de lo que deben escribir” afirma el director.

Después de concretar el guión comenzó la selección del reparto. Al principio se hizo un casting “a lo bruto” en centros deportivos, de teatro, salida de institutos, bares… El director conoció a varios cientos de jóvenes de la zona entre los que seleccionó a los actores. “Posteriormente organicé un “taller” de dos semanas con la idea de alimentar la película con sus experiencias y personalidades. Las escenas se enriquecieron progresivamente. En otras palabras, nunca memorizaron su papel, se metieron en él. Los intercambios que surgieron en ese momento preparatorio modificaron la escritura.”

Laurent Cantet siempre intenta dar bastante espacio a los personajes para que vayan más allá de lo que se les ha asignado. Este cineasta solo puedo sentirse cerca de un personaje si es lo suficientemente autónomo como para salirse de la mera necesidad del guion. Por eso su empeño en rodar todas las escenas con varias cámaras de principio a fin, sin interrupciones. Solo así surgen cosas, de vez en cuando, que no estaban previstas.

Por ejemplo, la discusión entre Boubacar y Antoine no formaba parte del guion, pero Matthieu Lucci (Antoine) sintió que en esa situación, su personaje debía explotar. Todos se quedaron de piedra cuando se levantó de un salto, dispuesto a atacar a Boubacar. La cámara no le siguió y hubo que volver a empezar. Otro “incidente” generado por este método: Matthieu, después de leer el texto de despedida, dice: “Ya está, adiós”. Tampoco estaba escrito, pero en ese momento sintió que debía hacer un gesto teatral. Estas cosas no ocurren si se trabaja con plano y contraplano, cada uno con su diálogo y movimientos estudiados. Es un método que ofrece autonomía a los actores, les facilita estar en la lógica de la escena, del personaje, y no solo en la lógica de la película.

La elección de la protagonista fue más fácil. Marina Foïs fue la elección triunfadora por Cantet sabía que sabría hacerse cargo de la separación, que tenía la elocuencia necesaria para imponerse y que era capaz de hacer todo eso con ligereza, sin gravedad, algo que parecía indispensable. Es la única actriz profesional entre los personajes principales. Se sumió totalmente en el papel durante el rodaje; aprovechaba las pausas para pedir a los jóvenes que le hablaran de sus experiencias, para preguntarles qué pensaban sobre ciertos temas, pero también contestaba a todas las preguntas que le hacían. Los jóvenes tenían hacia ella un doble sentimiento: la cercanía que se crea en un rodaje debido a la proximidad, pero también un cierto respeto porque la conocían como actriz y porque representa un cine que les gusta. El hecho de ser una actriz conocida se convirtió en un elemento importante de la puesta en escena haciendo eco en el personaje de Olivia, una novelista conocida que ejerce atracción y crea cierta distancia con los jóvenes del taller de escritura.

Al igual que en El empleo del tiempo o Foxfire Laurent Cantet quiso dar un toque de “thriller” a la película. Es su manera de despistar, de alejarse de lo programático que pueda ser un film. “Los códigos del thriller permiten subir de nivel preguntas importantes: las ganas de vivir en otro mundo, la frustración, la violencia contenida… Pero también suscita emociones violentas: quería que se pasara miedo tanto por ella como por él” asegura Cantet.

Así que ya sabéis, si queréis ver algo más de superhéroes en mallas El Taller de Escritura es un buena opción.