Cosas que echamos de menos en los videojuegos (Vol.2)

Cosas que echamos de menos en los videojuegos (Vol.2)

Vengo con malas noticias: el cooperativo ha matado al multijugador. Cada semana alguien me pregunta sobre juegos para poder jugar en casa con amigos, en pareja o para que sus hijos puedan jugar con amigos cuando vayan a casa y los ejemplos que me vienen a la mente se mantienen invariables desde hace algunos años: ¿Algún juego de deporte? ¿Just Dance (si te gusta bailar)? Para los afortunados con una Wii/Wii U, ¿Super Mario? Al margen de esto, amigo, no creo que tengas muchas más opciones.

Supongo que muchos de vosotros, al igual que yo, quedábamos por las tardes con amigos para ir a casa de alguno a jugar a la consola. No todos los juegos de nuestros amigos, por supuesto, nos permitían jugar a todos los que fuéramos aquella tarde, incluso puede que solo pudiera jugar una persona, pero el sistema de vida del videojuego daba cabida a la utilísima forma de juego de “una vida tú, una yo” o, para equilibrar la balanza en caso de tener un amigo cuyas habilidades sobrepasaban las nuestras –vamos, que no había forma de que muriese- “una pantalla tú, una yo”. Eso daba sentido, también, a tener un segundo mando en casa. Hoy en día, su precio y el hecho de que probablemente lo usemos antes porque el mando que acompañaba a la consola haya dejado de funcionar que porque alguien venga de visita y vaya a utilizarlo ha extinguido casi por completo esta antigua costumbre.videojuego2

Actualmente, las cosas han cambiado y vivimos un momento dentro del mundo de los videojuegos en el que predomina la individualidad y la competitividad. Cada uno juega en su casa, con su consola/PC, su juego y sus accesorios. La única interacción con amigos u otros jugadores es de forma online, con o contra ellos. Se fomenta el ansia por conseguir más y mejores cosas que el resto de jugadores, y cuanto antes mejor. Las “quedadas” para jugar dejan, en la mayoría de ocasiones, lugar solamente a que un jugador juegue y el otro mire. El “una vida tú, una yo” es prácticamente imposible cuando entra en juego la posibilidad de personalizar al personaje, la inexistencia de una división por “pantallas” o la velocidad y estructura del juego.

Todos añoramos, aunque sea un poco, esas tardes en las que nuestra madre sacaba de la nada una merienda espectacular para todos nuestros amigos mientras jugábamos, o las reglas a la hora de utilizar un mando que no era nuestro –“lávate las manos antes de usarlo”, “no aprietes tan fuerte los botones”, “si lo rompes me compras uno nuevo”-, el evento del año que se organizaba cuando alguno de nuestros amigos se hacía el día del lanzamiento con uno de los juegos más solicitados e invitaba a unos cuantos para “estrenarlo”. ¿Cosas de niños, tal vez?

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