Churchill de Jonathan Teplitzky

Churchill de Jonathan Teplitzky

Un espacio para el talento

Winston Spencer Churchill es probablemente el británico más importante de la historia y con total seguridad uno de los europeos más influyentes del siglo XX, si no el que más.

Su profundo conocimiento de la historia de Gran Bretaña y Europa, su experiencia militar y su indudable talento político le pusieron a la cabeza del imperio británico en el momento más crucial de su historia. Churchill representa como nadie la resistencia de la democracia liberal frente al fascismo primero y el comunismo después. Sus textos, su ejemplo y su tesón siguen siendo a día de hoy referencia fundamental para cualquier demócrata. Su desmesurada personalidad es fuente inagotable de hagiografías, biografías críticas, documentales, series de televisión o películas como la que nos ocupa.

Churchill de Jonathan Teplitzky es otra joya del talento británico para la producción. La ambientación es magnífica, cuidada hasta el último detalle. El sonido perfecto, al menos en la versión original que esperemos no desaparezca en la versión doblada como tantas otras veces. La iluminación perfecta y la puesta en escena sencillamente esplendorosa.

La proximidad del desembarco de Normandía pesa como una losa sobre el hombre que lleva cinco años liderando a Gran Bretaña y a medida que se acerca el día D va convirtiéndose en una carga insoportable hasta para un hombre tan excepcional como Churchill. Y así se refleja en la puesta en escena. El entorno se hace cada vez más íntimo, encerrado en espacios pequeños, reflejando la soledad y el martirio de quien sabe que está mandando a la muerte, una vez más, a un cuarto de millón de personas.

Brian Cox es uno de esos actores secundarios de primer nivel que aparecen en un buen número de películas pero nunca han alcanzado una repercusión excesiva. Hasta esta película. Salvo la primera escena con los principales responsables del día D, Eisenhower, Montgomery, Brooks o el propio Jorge VI (el rey tartamudo) en que amenaza con una creación excesivamente histriónica, el resto de la obra es un despliegue de talento absolutamente abrumador. Ya se ha dicho y por gente que sabe más que yo, que es un firme candidato al Oscar al mejor actor y no me extraña. Entre tanto héroe en mallas, antihéroe en calzoncillos y demás desafíos a la estabilidad mental que lleva produciendo el cine en los últimos años Brian Cox y John Teplitzky devuelven el cine adónde siempre debe estar. Un espacio para el talento, el disfrute y el trabajo bien hecho. Una actuación sencillamente soberbia, tan excesiva como el personaje que interpreta y con el contrapunto de una Miranda Richardson excelente en su papel de esposa aplastada por el héroe. No se pierdan la escena en la que Jorge VI y Churchill discuten sobre su respectivo papel en el desembarco. Es muy buena. A la altura de las mejores escenas entre el tartamudo Jorge VI y su logopeda en el Discurso del Rey. Y la comparación no es gratuita. Aquélla obra maestra fue Oscar a la mejor película, al mejor actor principal y al mejor guión. No me extrañaría nada que Churchill repitiera, demostrando una vez más que un personaje extraordinario genera a su alrededor hechos extraordinarios.

Vayan al cine. Si pueden, véanla en Versión Original y disfruten de una obra maestra.

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