Channel Zero – Candle Cove

Channel Zero – Candle Cove

Miedo de Verdad

SyFy es un canal bastante irregular en sus emisiones. Aunque tiene verdaderas joyas (matadme, pero Z Nation cae en esta categoría) tiene algunos programas que son para sonrojarse. A grandes rasgos su parrilla es análogamente comparable a ver a un chimpancé con patines durante varias horas. Sabes que en algún momento hará algo tronchante, pero hasta que ocurra, uno puede caer en el existencialismo y preguntarse “¿Cómo demonios he llegado a esto?”

No me malinterpretéis SyFy es un canal que arriesga, y eso es de agradecer en un mundo en el que los desembolsos astronómicos exigen garantías para el largo plazo. Pero luego ves que hay cuatro películas de Sharknado en cuatro años y piensas “¿en serio?” A veces no vale solo con apostar, si no con saber contar las cartas para que la jugada te salga bien.

¿Y por qué os cuento todo esto? Para que entendáis mi temor cuando el otro día abrí mi cuenta de HBO para disfrutar de algo nuevo y al clickar sobre Channel Zero (hermosísimo cartel por cierto) ver que lo primero que salía en pantalla era el letrero de SyFY Original Series.

Bien, pues tras ver un primer capítulo que me dejaba con mucha intriga decidí investigar sobre la ficha técnica de la serie. El creador Nick Antosca es al igual que su productora, un tío muy irregular. Ha trabajado ante todo como guionista y esta es la primera vez que despunta como director/creador. Entre sus trabajos anteriores tenemos la genial serie Hannibal y la espantosa El bosque de los suicidios (y espantosa no en el buen sentido). Vale, este tío fue solo el guionista. Uno de los trabajos más sufridos a la hora de lidiar con la productora, donde muy a pesar de ser el escritor de la historia eres el último mono en el estado jerárquico de la toma de decisiones. Aquí es creador, el Show Runner del programa, y él decide que es lo que se va a hacer con la serie respetando el visto bueno de la productora. Y bueno, es SyFy, que con cuatro Sharknado a su espalda me la imagino dando el visto bueno a cualquier texto que caiga en su escritorio (a este ritmo dentro de poco tendremos Informe trimestral: La película estrenada junto al cortometraje Paco, ha llamado tu mujer).

Así que me leo la sinopsis y veo una declaración de intenciones con esta serie. Nick Antosca quiere emular el éxito que Ryan Murphy obtuvo con American Horror Story (AHS) y hacer una trama autoconclusiva por temporada con el terror como género. Si bien el señor Murphy se basa en los clichés del cine de terror más yanki, Antosca quiere basarse en los creepypasta. Es decir, historias de terror surgidas en distintos foros que acaban consiguiendo el estatus de “leyenda urbana” como pueden ser Slenderman (cuya leyenda ha dado para un interesantísimo documental en HBO) o aquella humilde ouija que consistía en gritarle “Charlie Charlie are you here?” un papel con un “SI” y un “No”, y dos lápices haciendo equilibro. Algo que luego resultó ser un ardid publicitario de la Warner Bros para el estreno de su película La horca.

En este caso, el tema en cuestión es Candle Cove (Creepypasta de Kris Straub), un tenebroso programa infantil de televisión con marionetas que unos usuarios de un foro decían recordar haber visto de pequeños, emitido al azar en cualquier cadena, y del cual nadie sabe nada. Trama que acaba con la dantesca idea de que las madres de los niños solo veían a sus hijos admirando absortos la estática de la televisión en los momentos en los que pequeños decían estar viendo el programa.

Pues con esta premisa dramática se nos presenta la primera temporada de Channel Zero. Mike (Paul Schneider) es un psicólogo infantil que aún sufre pesadillas por los asesinatos de unos niños, incluyendo su hermano gemelo, acaecidos durante su infancia y que comparten relación con el espeluznante programa infantil Candle Cove, así que vuelve a su pueblo a buscar respuestas. Y nada más llegar descubre que Candle Cove se ha reactivado inquietando, e hipnotizando por igual, a las nuevas generaciones de infantes.

Bien, pues hablemos primero de lo más negativo. Es difícil no comparar esta serie con su primo-hermana mayor American Horror Story y, debo decir que en lo técnico, la serie de Ryan Murphy está a años luz. AHS siempre se ha caracterizado por tener una fotografía fantasmagórica y preciosista que le aportaba al show una identidad original y propia. La música y las interpretaciones son de sobresaliente también en la serie de los horrores americanos y junto al montaje hacen que cada episodio sea visualmente un regalo muy especial para el espectador. Por desgracia, Channel Zero queda muy justito en estos apartados y en este caso las comparaciones duelen. Visualmente parece un telefilm alemán de A3 para la siesta, y si bien en algún momento tenemos algún plano que destaque por encima del resto, lo normal es ver un trucaje de cámara muy feo para paliar las deficiencias del presupuesto. Las interpretaciones siguen en las quince. Son aceptables, pero sin más, y en ocasiones forzadas y destrozando por completo momentos de gran carga dramática. Donde sí puedo darle un pin al “tu lo vales” es al montaje, que juega muy bien su papel a la hora de provocar tensión y suspense. No se deja avasallar y con temple sabe contarnos algo con ritmo y ser pausado cuando debe producir inquietud. Pero el conjunto no deja de recordar a ese niño con potencial pero algo vago que se estudia lo suficiente para sacar un 5 en el examen y que sus padres no le regañen. Y por desgracia esto no hace más que demonizar los parentescos con AHS. Vale que esta última tenga un presupuesto mucho mayor, pero los que nos hemos dedicado a esto sabemos que uno puede hacer maravillas con muy poco cuando se está implicado y emocionado con un proyecto. La prueba es que hay algo que Channel Zero tiene muy por encima de la maravillosa obra de Ryan Murphy. Channel Zero es realmente terrorífica.

Voy a explicarme un poco para que luego no me deis de palos cuando la veáis y no tiréis el bol de palomitas al suelo de un susto. Hay una diferencia muy grande entre asustar y producir temor. Lo primero es un golpe de sonido y una imagen atroz en pantalla, un sobresalto efímero que descarga toda la tensión. Lo segundo es inquietud y te lo llevas contigo mucho después de apagar la televisión. Channel Zero sabe que el verdadero terror es irracional, sin forma definida. Stephen King dijo en una entrevista que el verdadero terror no se debe explicar por completo y estoy muy de acuerdo. Debe dejar preguntas sin respuestas para que sea nuestra turbada imaginación la que complete los huecos. Y esto no quiere decir que la trama de Candle Cove esté incompleta, en absoluto. De hecho se encuentra brillantemente cerrada en dos capítulos finales que son realmente inquietantes y que no caen en la trampa de arrejuntar todo mal y rápido para dar explicaciones. A Ryan Murphy le cuesta mucho cerrar sus temporadas con AHS y mucha veces lo hace a capones después de perder el tiempo con subtramas que no van a ningún lado o personajes que tienen la relevancia de un bistec en un buffet vegetariano.

Channel Zero: Candle Cove sabe que es lo importante y que es lo que sobra de su discurso y lo equilibra para llevarte al final de una forma cómoda que estimule tu curiosidad.

¿La mejor prueba? Tras 48 horas sin dormir trabajando en proyectos personales lo primero que hago al llegar a casa es ponerme a ver esos dos capítulos que me faltan, ansioso por ver como acababa todo, y a pesar de estar muerto de sueño, aguanté el tirón sin perder la atención ni lo más mínimo durante lo que me quedaba por ver.

Esta serie tiene innumerables defectos técnicos y de presupuesto que espero que pulan en las dos temporadas que SyFy ya le ha comprado al creador, pero hacía mucho, muchísimo tiempo, que no veía un producto audiovisual que tratará de meter el miedo en el cuerpo sin recurrir a efectismos baratos de sustos y golpes, y que tuviera una trama tan fresca e interesante en un género tan lleno de tópicos.

@i3rk