La cierva blanca

José Víctor Esteban

datos_centurioDice Mary Beard la reciente premio Princesa de Asturias que entre la Historia de los grandes Emperadores o incluso de los pequeños y la de la gente común que llenaba las calles del Imperio Romano ella prefiere la de estos últimos. Cómo vivían, cómo amaban, qué comían, a quién rezaban y cómo morían.

Y es la gente del común la que protagoniza la nueva novela de Colombo. Los reclutas que aprenden a sobrevivir defendiendo “la legalidad vigente” y se enfrentan a sus miedos, sus debilidades, sus esperanzas y sus pasiones. Los comerciantes, los sirvientes y al fondo del todo, casi invisibles, las mujeres. En un mundo en el que la Fortuna rueda y rueda, y cambia el destino de cada persona según el viento de la Victoria, se puede ser ciudadano y esclavo, Centurión o Legionario, Cónsul o reo de muerte, en el curso de una corta vida siempre amenazada por las veleidades del poder.

Colombo utiliza el enfrentamiento entre los seguidores de Mario y Sila, cuando la República agoniza de camino al Imperio, para describir la situación de los romanos en la Hispania de la época. La romanización avanza desde el Mediterráneo hacia el Oeste y desde el sur hacia el norte, pero gran parte de la península sigue dividida entre íberos y celtas, más o menos superpuestos que no mezclados. La conquista de la península terminó con Augusto, casi cien años después de la época de la novela y fue tan concienzuda y despiadada que no quedó prácticamente ningún rastro de las costumbres, religión o tradiciones de las diferentes tribus que habitaban la península antes de la llegada de Roma. Por eso en Centurio los habitantes originarios de Hispania sólo son figurantes que completan el núcleo romano de la historia.

Quinto Sertorio fue pretor en Hispania y pertenecía al partido de los populares, los ciudadanos sin propiedades que lideraba Mario. Sila era el líder de los optimates, la nobleza senatorial romana. La guerra civil que les enfrentó terminó con la victoria de Sila y el debilitamiento de las estructuras republicanas pues ambos forzaron tanto las leyes, las escritas y las consuetudinarias, que la República no llegó a recuperarse.

Tras la muerte de Mario, Sertorio mantuvo el pulso contra Sila durante diez años utilizando la península como base, propiciando el ascenso de uno de los grandes personajes de la etapa final de la República, Cneo Pompeyo que sería apodado Magno entre otras cosas por la victoria sobre el propio Sertorio.

Con este paisaje de fondo avanza la historia de los protagonistas arrastrados por los acontecimientos de una guerra contra la que no pueden hacer nada salvo cumplir con su deber. El compañerismo, la amistad, la fidelidad pero también el odio y la venganza mantienen a los personajes con vida mientras pasan de la juventud a la madurez o se desvanecen víctimas del conflicto.

@JVictorEsteban3

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