Con el verano no solo llega el calor y los mosquitos, también llega la eterna pregunta que se hacen todos aquellos que tienen hijos, ¿qué hacemos con los niños? Los campamentos de verano son algo tan propio de la temporada como la siesta o la sangría pero en este tema, como en casi todos, los tiempos han cambiado.
publicidad
En el mes de junio acaban las eternas jornada escolares y con ellas comienza la verdadera pesadilla de las familias sin abuelos. ¿Qué hacer con los niños? El problema no ha cambiado, pero la diferencia en estos últimos años es el nivel de exigencia que los padres, y los niños, muestran sobre las actividades a realizar durante este tiempo libre.
Así como se ha notado un cambio en la oferta que los colegios tienen en sus programas de extraescolares, en los que las actividades de robótica y programación van comiendo terreno rápidamente al baile flamenco o el judo, la misma tendencia se está observando en los campamentos de verano.
El típico programa que ofrecía actividades deportivas, visitas a los bomberos de la localidad y sesiones interminables de piscina, ya no son suficientes para mantener el interés de unos niños con una curiosidad y preparación cada vez más alta.
Pero claro, no cualquiera puede organizar este tipo de actividad. Para poder realizar con éxito estas experiencias hay que tener la capacidad y los medios. Muchos son los que se han sumado a esta tendencia sin poder realizar una oferta de calidad y han terminado en un fracaso estrepitoso.
Algunas de las grandes empresas tecnológicas españolas, conscientes de que el futuro de la innovación en España son nuestros niños, han apostado por ofrecer campus de verano para chicos, entre los 8 y los 14 años, con vocación técnica.
Una de estas empresas es la compañía BQ, empresa especialista en hardware, software y diseño, que organiza todos los años uno de los mejores campus tecnológicos de este país.
Los campus tecnológicos de BQ son la mejor manera de iniciarse en el mundo de la tecnología. Los chic@s se adentran en el mundo de la programación, la robótica y la impresión 3D con electrónica real, la misma que llevan los dispositivos de la compañía que ya están en el mercado, y, además, lo hacen de la mano de los ingenieros que los desarrollan. Y se nota que estas sesiones están organizadas por ingenieros, ya que su obsesión por el detalle y la vocación por la excelencia permite enseñar de una forma rigurosa y didáctica. El conocimiento pedagógico anima a estos profesionales en I+D que se esfuerzan por hacerlo de forma activa y divertida. Cómo nace un robot y programarlo, o construir máquinas con las herramientas y los materiales que te rodean, son algunas de las propuestas que te ofrecen estos campus tecnológicos.
Otras organizaciones más pequeñas, como Camp Tecnológico, organizan este tipo de campamentos que pretenden entretener y, a la vez, introducir a los niños en el mundo digital para el que son nativos. Con estas sesiones se aprende a desarrollar la intuición científica y de ingeniería, además de potenciar habilidades de investigación y resolución de problemas.
La academia Educa en Digital también ofrece un Campamento Urbano Tecnológico, en los que prometen que los chic@s podrán investigar, explorar y construir sus propios proyectos mientras se divierten y aprenden con el resto del equipo.
En definitiva, los tiempos cambian y los chicos quieren hacer cosas diferentes a las que hacían hasta ahora. Los campamentos tradicionales están bien, pero está mejor que exista variedad en la oferta ofrecida que satisfaga todo tipo inquietudes infantiles.
