Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café, Isaac Pachón

 Cosas que escribí mientras se me enfriaba el café Isaac Pachón 

Desearás que se te enfríe el café

Mariví González 

datos_cafeTengo que admitir que cuando leo un libro de relatos no espero gran cosa más allá de si son buenos o no. Y aunque anteriormente me he sorprendido con un libro de relatos lunáticos, no pensaba que me volviera a suceder lo mismo. ¡No podría estar más equivocada!

Isaac escribe maravillosamente, y el hecho que uno de los capítulos tratase de dos mujeres, le hace mejor escritor. No todo el mundo sabe ponerse en la piel del sexo contrario -en cuanto a escritura se refiere- con el mismo éxito que él, y eso es totalmente un plus. Si a eso le sumas unas cuantas frases que se te quedan grabadas eso siempre es bueno, como por ejemplo ( y sin hacer demasiado spoiler…) :

“…cuando me preguntan aquello de: “¿me prestas tu corazón?”, lo tuve claro: “no, que te lo quedas y luego me enamoro.”

“Que contradictoria es esta vida; (…) Quién sabe, quizá tenga miedo de que salga corriendo y escape”.

En resumen, si buscas un libro de relatos que enganche desde el primer capítulo hasta el último, o si quieres que se te enfríe… no, perdón, si quieres que se te congele el café leyendo, este es el libro perfecto para ello. No sólo se te enfriará el café, se te quemará la comida, te olvidarás de tu programa favorito y de todo, porque en cuanto abres este libro de relatos, no podrás parar de leer hasta llegar a la última página. ¡Yo lo leí en menos de un día!

Tiene una facilidad increíble para dejarte fascinado con el final de cada relato, sin duda te sorprenderá y te dejará con ese sabor de boca de querer más. Finalmente, confesaré que mis capítulos favoritos (en plural porque me ha sido imposible escoger sólo uno) son ”Los libros que nadie quiere”, ”A bocajarro” y ”Bernard et Julien”. Y sin nada más que decir, y absolutamente nada malo que añadir, espero que Isaac Pachón siga escribiendo porque estoy deseando leer qué más puede hacer. 

Sinopsis: Cuando busco la inspiración, pido o me preparo un café (siempre con leche), cojo mi bolígrafo de tinta azul o coloco mis manos sobre el teclado, según esté en alguna cafetería agradable o en el silencioso despacho de mi casa, y empiezo a escribir. Y escribo cosas, cosas que pasan, que son verdad, cosas que imagino, que ni suceden ni sucederán, cosas que te harán sonreír o llorar, cosas en las que seguirás pensando durante un tiempo o cosas que olvidarás justo al pasar de página. Y doy un pequeño sorbo a mi taza de café, todavía caliente. Historias en las que la vida, con todos sus aspectos, buenos o malos, es la gran protagonista. Relatos de amores no confesados, de zapatos mágicos, de ancianos entrañables, de ilusionistas desilusionados, de sorprendentes infidelidades, de contagios cotidianos, de idas y venidas entre el cielo y el infierno, de locuras en pijama, de inquietantes herbolarios… y degusto de nuevo el café, ya más templado. Me pierdo entre sus escenarios; los concurridos mercados de Marrakech, las estrechas y húmedas calles venecianas, un auténtico café de Nueva York, un hospital parisino, y cómo no, algún que otro rincón de mi querida Barcelona. Y cuando termino de pasear, de husmear, de soñar por sus callejuelas, encontrando el fin a estas historias, siempre sucede lo mismo y, la verdad, es un fastidio porque cuando echo mano a la taza, sin haber sido consciente, se me ha enfriado el café.

Puedes seguir a Mariví González en su blog Serindipias & Sandeces o en su Twitter @missnarnia28

Más contenido en YB