Y comenzamos con Alien: Covenant

Y comenzamos con…
Alien: Covenant

Lo primero, Alien: Covenant nos trae más de lo mismo que nos trajo Prometheus en 2012: información sobre la historia del alien. Estamos ante un caso similar al de Star Wars, tres películas primero y unos años más tarde otras tres entregas. Por lo menos esa saga se mantuvo en su género, y otorgaba información relevante y que constituía una historia digna de estar a la altura de la original. No ocurre lo mismo con esta entrega de Alien, continuación de Prometheus.

Sin comentar los fallos argumentales, que te pueden llegar a sacar de la película, ésta se construye sobre un guión más bien flojo, lleno de agujeros, sin sentidos, y que se aleja completamente del género del terror para pasar a un género de ciencia ficción filosófica. El bicho, de hecho, saldrá en total unas nueve veces en toda la película, y no porque se juegue a aumentar tensión al estilo de Tiburón, sino porque es una parte incidental del argumento, no el protagonista.

Algo similar ocurre con la música. Está bien construida, utilizando el tema misterioso de Alien: El Octavo Pasajero (1979), que fue concebido por Jerry Goldsmith; y el tema Life de Prometheus (2012), escrito por Marc Streitenfeld, además de la banda sonora original. Con estos dos temas se logra referenciar muy eficientemente, en caso de conocer la música, la presencia del Alien, el misterio del planeta, y la continuación del argumento de Prometheus. Además, aquí el tema de Streitenfeld juega a dos bandas, sirviendo de música diegética (es decir, se toca dentro de la película) cuando el androide David toca dicho tema con la flauta en homenaje a la doctora Shaw, quien fallece entre ambas películas; además, sirve como contraste entre lo que debería ser el destino de los protagonistas, feliz y paradisíaco en una nueva colonia, y lo que realmente está siendo, una sangría.

El problema es el siguiente. La música referencia a algo que realmente no tiene peso en el argumento. El alien, tanto el xenomorfo como el neomorfo (que es el bicho nuevo), pasan a un segundo plano, tomando un papel circunstancial, que sirve de excusa para desarrollar otra línea argumental, cuyo misterio, al que alude también el tema de Goldsmith, es inexistente tanto por el conocimiento previo del espectador como por la propia construcción de la película. El tema de Prometheus sí está introducido con algo más de sentido y más profundidad que una superficial referencia: tanto como por sus características musicales, con un tema más bien alegre, que refuerza por contraste la situación de hostilidad a la que se enfrentan los personajes, como por la propia referenciación que hace de la anterior entrega, que sirve de ambientación a la hora de rememorar el argumento, personajes, situaciones, etc, de la anterior entrega.

Esto estaría bien de no ser por dos detalles: la película se nos presenta en el tráiler como un thriller de terror, incluso horror, al estilo del Alien de 1979, cosa que termina por no ser, alejándose años luz, valga la redundancia, del slogan En el espacio nadie puede oír tus gritos. Y segundo, la música y lo que finalmente se percibe en la pantalla están en nivel distintos a nivel narrativo: la música alude a elementos que realmente no tienen peso, y se conforma con el funcionamiento tipo de una película de terror, acentuando los momentos de mayor tensión, previendo sustos, etc.

En conclusión, Alien: Covenant es una buena película, pero es un quiero y no puedo en todos los sentidos: alusiones musicales a bichos que no son protagonistas, errores argumentales, falta de inteligencia en la narración e incluso en la concepción del guión, y una banda sonora original tipo, muy alejada del James Horner de Aliens (1986), y del Jerry Goldsmith de Alien (1979). Si hubiese tenido otro nombre, con alienígenas distintos, y narrara algo parecido a Interstellar (2014), por aquello de las inquietudes existenciales, habría sido una película redonda. Pero dentro del universo Alien, es, sencillamente, decepcionante.