Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Que Thanos nos libere, ¡YA!

Voy a contaros dos historias muy breves (os juro que lo serán), y cuando hayan acabado y creáis que no tienen nada que ver, por favor, dejadme que os lo explique.

Comenzamos:

La primera nos lleva a hace un par de segundos, leyendo una noticia en un diario de tirada nacional, en el que explicaban que el viernes pasado se encontró a un chico de apenas 33 años caminando por la calle con su pene metido en una bolsa, mientras pedía auxilio e iba dejando un rastro de sangre allá por donde iba. No entraré en detalles de la ciudad donde ha pasado esto, sobre todo para que no haya más chistes sobre lo brutos que son los maños, pero al parecer, según las primeras investigaciones, fue el mismo chico el que se lo amputó, todavía no se sabe si animado por las drogas o por alguien que existía, o no, y aunque todo apuntaba a que aquello iba a acabar muy mal al final le han  podido recolocar el pene y se recuperará.

Otra cosa es que pueda ir a alguna comida familiar sin quererse suicidar después, claro

La segunda me pasó a mí, paseando con mi perrete hace apenas unos día, y tiene como protagonistas a una mujer y a su hija de unos 5 años (y no empecéis a pensar en Ricki Martin, que os veo venir). Mi perrete no pasa desapercibido debido a la mezcla que corre por sus venas (mastín del pirineo con pastor catalán, ahí es nada), y es normal que se me acerque gente para preguntarme cosas o acariciarlo tras pedir permiso o consultar si sus dedos corren peligro. Pero esta mujer tuvo la idea inigualable de hacerme una pregunta extraña, o por lo menos muy mal estructurada: ¿Y qué hacéis con él en verano?Reconozco que no soy una persona normal, o que se caracterice por dar respuestas corrientes a preguntas raras, así que sin pensármelo ni pestañear dije: Abandonarlo. La niña puso cara de estar a punto de llorar, y la madre no supo si insultarme o echar a correr, así que hizo un gesto parecido a cuando tienes ardor de estómago y me dijo algo parecido a Adiós y continuó su camino.

Mi perrete hizo una caca de record al cabo de un rato, por cierto.

Estos dos hechos, que no tienen mucho en común aparte de la locura mental de alguno de los protagonistas, me sirven para distinguir al mundo en dos tipo de personas: las que están destruyendo la humanidad y la sociedad a base de actos estúpidos y llenos de eso que coloquialmente suele llamarse Tontería De La Gorda; y los que nos hemos rendido y no le vemos lógica ni utilidad a casi nada de lo que nos rodea, y por lo tanto optamos por desquiciarlo un poco, solo un poquito, cada vez que tenemos la oportunidad. Y, si me lo permitís, hablaré en primer lugar del segundo tipo, por alusiones, y diré que tengo la completa seguridad de que si, poco a poco, metemos a la gente en un agujero de sin sentidos, de humor absurdo y brutal, de situaciones de las que la única explicación posible es el dejarlo correr o lanzarte de cabeza a un mundo que no te va a ser cómodo, al final, ojalá porque tampoco lo tengo todo muy claro, empezarán a pensar por ellos mismos.

O se suicidarán, que para el caso sería una solución igual de cojonuda.  

La sociedad está cada día más atada a los anuncios y programas de televisión sin sentido que les dicen qué pensar y cómo, y dependen demasiado de lo que dirán los demás y quienes les miran o les critican o les alaban, cuando en realidad deberían dejarlo todo a un lado, centrarse en ser felices con ellos mismo y sus locuras, y dejar a los demás que también lo sean con sus vidas. También podríamos mezclar Battle Royal, La Purga y Los Juegos del Hambre (estos últimos para que los niños, y adolescentes más retrasados, tuvieran algo que hacer) y dejar que la naturaleza se abra camino, pero me da que vuestras mentes están tan devoradas por la censura moral buenista que, en lugar de tratar de sobrevivir, los participantes estarían todo el rato preguntándose si aquello era moralmente aceptable, o misógino, o racista, o comunista, o facha, o alguna chorrada por el estilo, y al final no moriría nadie por algo que no fuera la inanición o el aburrimiento.

La verdadera liberación solo es posible si dejamos de juzgarnos los unos a los otros y avanzamos hacia un mundo en el que nadie mire al otro ni por encima del hombro ni por debajo, y en el que no hubiera todas las caras largas que me encuentro en el tren (y que ahora mismo me rodean). Caras que expresan aburrimiento y rendición, gestos que me hacen entender que no hay NADA que les motive en la vida, porque el trabajo les aburre, la familia les asquea, su equipo ha perdido un partido, el último disco de su grupo favorito es una mierda, o la chica/o que les gusta ya no se la chupa/lo come ni en las fantasías nocturnas. El problema principal del primer mundo es la falta de ánimos a la hora de levantarse por las mañanas, así que olvidaros del paro o la pobreza o la inseguridad, si en primer lugar luchásemos contra ese hastío, contra lo que os hace creer que el mejor momento del día es cuando te metes en la cama y te pones a dormir, seguro que no nos cruzaríamos con caras largas por la calle o en las tiendas, de esas que las ves y, lo siento, piensas que si tanto les cansa todo debería pegarles alguien un tiro en la nuca para que dejasen de molestar y sufrir (y si te ha molestado, te jodes).

No creías que me iba a olvidar del primer tipo de personas, ¿verdad?, esas que hacen cosas imposibles de entender, comprender, o que conseguirán que el Mundo Today algún día se quede sin empleo.

Este tipo de individuos son más fáciles de explicar, porque, en realidad, ya lo he hecho más arriba. Solo que de forma encubierta.

Me explico:

Hemos llegado a un punto de locura y perdición tan grande en nuestras ciudades y pueblos, en nuestras comunidades y círculos de confianza, que las mentes de los más débiles se colapsan, y la única cosa con la que encuentran un modo de entretenerse o de resaltar es llevando a cabo actos impensables que hacen que los que escribimos historias nos quedemos sin nuevas y excitantes ideas. Y no hablo solo del corta-pichas de Zaragoza (al final se me escapó decir su ciudad…), sino también: de los asesinos, violadores, delincuentes violentos y no violentos, maltratadores de mujeres, hombres, bebés y animales; en definitiva cualquier engendro que hace que nos avergoncemos de compartir ADN con él o que, si nos dejasen, sabríamos qué hacer teniéndolo a solas en un cuarto sin ventanas. Porque hemos perdido el rumbo, hemos llegado a una línea en la que cualquier cosa puede hacerse simplemente porque hemos perdido la moral y olvidado el significado de la palabra humanidad y de la palabra respeto, y creemos que todo nos pertenece solo porque somos el animal supuestamente más inteligente sobre la Tierra.

Así que, sin más dilación, me declaro fan de la extinción de la humanidad, o al menos de esa mitad que cada día es más alta en número, porque de verdad os digo que entre personas que se cortan la polla en un mal viaje (con lo bonito que es sentarse en un sofá y flipar viendo dragones que se pasean por el techo), y cabrones que hacen que las madres acomodadas en la normalidad y sus hijos no sepan dónde meterse tras una respuesta que no esperaban, este planeta cada vez tiene menos gracia y sirve para mucho menos de lo que la mayoría cree.

Echo de menos a los Monty Pitton y a National Lampoon. Echo de menos a Eugenio y su humor más negro, y al alto del Duo Sacapuntas dándole de collejas al enano.

¿No creéis que nos merecemos un mundo lleno de sana locura?