Reflexiones desde mi espejo

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Manuel Gris

Blog Tendencias por Manuel Gris: ‘Esa pequeña voz que todos tenemos dentro’

Esa pequeña voz que todos tenemos dentro

La única cosa buena de conocer gente nueva, de darle una oportunidad a un desconocido que nos presentan, se sienta a nuestro lado en un trayecto de avión de 16 horas, o choca con nosotros en el trabajo, es que siempre estoy seguro de que dentro de esa persona hay una voz que le pide a todas horas que se atreva a hacer realidad su sueño, que le grita Hazlo, joder, ¡HAZLO!, y me apetece descubrir qué es lo que necesita regalarle al mundo.Solo este detalle me empuja a no ser un borde redomado y contestar a todos los Encantado de conocerteescupiéndoles en la cara.

Y mira que lo segundo sería más divertido, pero soy raro hasta para eso.

El otro día, a raíz de una tesis a la que asistí, descubrí que trabajo cerca de un virtuoso del piano, un auténtico genio tanto en la parte musical como en la escénica, que interpretó un tema que había compuesto en honor al nuevo doctor. Ni que decir tiene que era una belleza de canción, con un par de puntos muy juguetones, o frikis incluso, que se mezclaban con homenajes a Beethoven y subidas y bajadas de ritmo difíciles de no contestar con un aplauso. La madre del doctorado lloró, él protagonista lloró, incluso un par de compañeras y de amigas de la familia acabaron sorbiendo mocos, y es que la atmosfera que aquel Crak (con todas las letras) creó es difícil de describir. Había que sentirlo.

Sé, algo en mi interior me lo dice, que todos tenemos un pequeño genio oculto dentro, algo que hacemos mejor que el resto de los mortales pero que, por diferentes motivos que después enumeraré, suele quedarse criando polvo y haciendo que el resto de la humanidad no disfrutemos de ese diamante en bruto que espera ansioso salir a flote.

¿Y por qué hay personas que ahogan a esa pequeña gota de gasolina que pide fuego a cada segundo?, ¿qué hace que alguien no se atreva a hacer realidad sus sueños o, simplemente, intente hacer algo que sabe que le hará feliz? ¿Es que todos los que no lo hacen son gilipollas?, pues, aunque me gustaría decir que sí, me temo que no tiene nada que ver el coeficiente intelectual de nadie, sino con algo que está mucho más cerca de nuestra nariz pero que, muy pocos, se atreven a ponerle nombre o afirmar con fuerza que sí, que lo tienen delante. Yo no lo llamaría miedo, ni siquiera diría inseguridad, porque estoy seguro de que lo único que impide que la vena artística de todo el mundo salga a la luz es algo mucho más sencillo y fácil de matar: la comodidad. Simple y llanamente.

Crecemos en sociedades donde nos meten en la cabeza con calzador el discurso coñazo y aburrido de que tenemos que madurar, no hacer el tonto, hacer las cosas bien, sacar un diez en esto, correr deprisa en aquella prueba, estar derechos, no hablar, no jugar, y ahora incluso les van a decir a los niños en qué idioma deben hablar en el recreo o les van a prohibir jugar a la pelota porque “dificulta el juego de los demás” (hay que joderse con las polladas que se inventa la gente con tal de vivir de subvenciones). Y, claro, a un niño al que le has estado durante toda su primera etapa estudiantil diciendo qué debe hacer y qué no, ¿qué es lo primero que pensará cuando sienta que quiere pintar, dibujar, cantar, tocar un instrumento, o cualquier otra expresión artística?, pues que eso no es lo correcto, que no vale la pena luchar por ello porque, al parecer, no es eso lo que se espera de él. Y entonces, como un obeso mórbido que se acaba rindiendo, la comodidad de una vida corriente y plana, neutral y sin muchas complicaciones, le agarra del cuello y lo ata al palo más cercano.

Y hasta nunca.

En mi vida siempre he tenido el apoyo de mis familiares a la hora de lanzarme de cabeza a todo tipo de expresiones artísticas, y aunque me acabé centrando en la música (la batería, más concretamente) y la escritura, estoy seguro que mientras no olvidase mis obligaciones básicas (ayudar en casa, terminar los estudios primarios, ser educado y respetuoso con los desconocidos y no hacerles lo que no me gustaría que me hicieran a mí…) les hubiera dado igual qué me gustase mientras me hubiesen visto feliz, entregado, a gusto, y lleno de vida. En la música estuve cerca de 6 años yendo de un grupo a otro, desde el punk más guarro y gamberro hasta el pop-rockero más comercial, haciendo el loco en el escenario poniéndome máscaras, dejándome el cuello a base de movimientos raros, y sobre todo componiendo y conociendo gente nueva y lugares que, de otro modo, jamás hubiese tenido en mi vida. Pero, como siempre había sabido, las letras, las historias, mis ideas y los mil personajes que pueblan mi cabeza, tenían que salir a fuera, y entonces me acabé entregando por completo a esto que tenéis delante ahora mismo pero con una idea muy clara: sin nada de barreras, sin tener miedo a lo que los malintencionados quisieran entender de mi mensaje, y sin dejar de ser yo mismo, con lo bueno y con lo malo, porque de otro modo nada de esto valdría de verdad la pena.

Y de eso se trata todo, de vivir fiel a uno mismo, a sus ideas, y luchar por lo que quieres de verdad.

Sé que mucha gente, y a algunos los conozco, tienen una suave voz en su cabeza que les pide a gritos que la dejen salir, y que por edad, situación social, vergüenza o porque creen que no valen, dejan que se quede afónica para no tener que oírla y olvidarse, al final, de qué les iba a hacer felices y qué necesitan más que el mismo aire. Y eso me entristece, porque el mundo se está perdiendo quizá una prometedora carrera, o puede que solo una canción o un libro, pero es algo que de ninguna de las maneras vamos a poder ver con vida porque ese primer paso, tembloroso e inseguro pero un gran paso de todos modos, nunca va a realizarse. Jamás.

Ha muerto antes apenas de nacer.

¿Podéis hacerme un favor? Miraros al espejo, fijamente a los ojos, y buscad a ese crío que en el colegio tenía la mente libre y se dejaba llevar por impulsos, y preguntarle qué es lo que le hace feliz. Qué necesita para volver a la vida.

Entonces quedaros en silencio… y escuchad…