Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

La verdad no sirve para nada

La verdad es algo muy mal visto en nuestra actual sociedad. Es como un leproso de la época medieval o esos enanos que usaban los nobles para reírse: estaban ahí, servían para algo, pero pocos querían de verdad mirarlos a la cara e introducirlos en sus vidas con los brazos abiertos.

Y los que lo hacían, a veces, eran tachados también de parias o gente extraña.

Al parecer no hemos evolucionado tanto desde entonces.

Cada vez que alguien, de cualquier ámbito cultural o político, se las da de erudito sobre alguna materia tiendo a buscar información que contradiga o de por verdaderas completamente sus afirmaciones, por eso de tener una mirada crítica y neutral en todo lo que me dicen en esta época de internet y de las tan usadas, tanto en la izquierda como en la derecha, “Fake News”.

Así que se podría decir que desconfío de todos vosotros, DE TODOS EN ABSOLUTO, y el motivo es porque en algún momento de mi vida, de nuevo, TODOS me la habéis metido doblada en algún momento. Así que, lo siento para los que todavía no me conozcáis, pero cualquier cosa que me digáis sobre un tema concreto y que deis por una verdad absoluta, yo lo voy a ignorar y buscaré otras fuentes que refuercen o destrocen vuestras palabras. Y después, una vez hecho el trámite, podremos seguir hablando del tema sin ningún problema.

Quizá no sea la mejor manera de actuar, sobre todo si quiero tener amigos, pero prefiero eso a ser una foca amaestrada.

Llamadme tonto o lo que queráis si queréis.

El problema viene cuando lo único que alguna gente tiene a su favor es un discurso incompleto y lleno de incongruencias o vaguedades que, por desgracia, alguien les ha soltado así a lo loco y ellos han aceptado ciegamente, supongo que porque les cuesta mucho trabajo hacer lo que os he comentado que hago, o porque suele venir de su ideología política e intocable favorita. Así que prefieren decir que sí a todos, que por supuesto, QUE CLARO QUE SÍ ¡COÑO!, y entonces nos encontramos con esa típica clase social que abunda en internet, que suelta de primeras, y con una rabia muy enfermiza e intratable, nombres sin fundamento o fuentes imposibles, y si les dices que eso no es así (aportando argumentos o la simple y llana lógica) optan por el insulto fácil, el cambio de tema repentino o, mi preferido, negar sus propias palabras.

Es que, y si no lo sabéis es que mal vamos, la verdad es algo que a mucha gente no le interesa, no le vale, no les va a ayudar con sus metas o sus vidas más de lo que lo haría un herpes o un cáncer, así que atacan o maquillan o rompen aquello de dónde venimos y somos por intereses que no hacen bien a nuestra convivencia. Y, ojo, aquí no estoy hablando de que unos lo hagan más que los otros, porque como he comentado antes este mal esta en TODA la sociedad, una que se ha acabado desgastando y erosionando tras años de juego sucio por ambos lados, los cuales se han olvidado de que lo primero que hay que hacer para la tan ansiada paz y libertad es respetarse los unos a los otros: sin importar que país o raza o religión seas.

Y esto, por si no habéis sabido leer entre líneas, va por TODOS, tanto a los que somos de aquí como a los que vienen o a los que rezan allí o allá o los que tienen diferentes formas de ver o entender el mundo y las reglas que deberían regirlo, porque me parece algo lógico que cuando he ido a otros países a pasar unos meses de mi vida ¡yo! soy el que debe amoldarse, el que debe respetar: igual que cuando somos niños y hacemos casos a nuestros padres porque es su casa.

Cada país, cada sociedad, es una casa que hay que respetar al entrar, y hacer lo contrario, además de ser maleducado, es de no saber comprender (o querer romper deliberadamente) las reglas del juego, y buscar problemas donde de ninguna de las maneras había antes.

Pero la verdad no gusta, no sirve, no debería existir para mucha gente. Para la mayoría por desgracia.

Porque la verdad solo nos lleva a la evolución, a ese punto en que seremos mejores personas y dejaremos atrás todo lo malo de nuestro pasado. Eso malo que, nos guste o no, estemos de acuerdo o no, nos ha hecho lo que somos y nos llevará a lo que algún día seremos.

Así que, por favor, ¿intentamos no violar a la verdad? ¿Por favor?