Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Los Inservibles

En este mundo que nos ha tocado vivir hay tantos tipos de personas que la lista, para bien o para mal, es infinita.

Podemos encontrarnos con el típico líder que, sin proponérselo, es en el que piensan todos cuando necesitan a alguien que les dé consejo o al que seguir; después están aquellos que son más atractivos que los demás pero que, a veces, no están contentos con ello porque nadie les toma en serio o tratan de conocerlos de verdad; o, por ponerme freno a esta pequeña lista, aquellas personas que tienen un sueño por el que luchan todos los días, y que puede que lo logren o que no, pero al menos tienen un buen motivo para levantarse todas las mañanas. Entre los que me encuentro.

Pero, lo siento, no estoy aquí para hablar de gente buena o con capas, o de gente mala y cuya única finalidad en la vida es pisar al resto para alcanzar sus objetivos, no. Estos serían demasiado fáciles de diseccionar. A quien quiero tratar de comprender es a un tipo de personalidad con la que siempre, en algún momento de nuestras vidas, vamos a toparnos con mayor o menor periodicidad. Lo queramos, o no.

Yo los llamo los Inservibles, más que nada porque si alguien, en plan Thanos, decidiera borrarlos del mapa a todos de un plumazo, nadie (no, creo que quedará mejor así): NADIE, iba a echarlos en falta de ninguna de las maneras, debido a que su paso por la Tierra solo ha servido para hacer que el de los demás tenga baches, piedras en los zapatos y dolores de cabeza. Todo a la vez, y de golpe.

Así que allá vamos.

Si quieres puedes jugar a ponerle cara; la mía la tengo muy muy clara.

Los Inservibles tienen una diferencia de base con el resto de las personas, pero no del tipo de los que tienen Síndrome de Down o Autismo que son todo paz, alegría o amistad, este tipo de espécimen tienen la muy arraigada costumbre de hacer que cualquiera que esté cerca de ellos tenga la extraña necesidad de abrirles el cráneo con una barra de hierro o el pecho con una radial, ya que se dedican a gastar cada segundo de sus patéticas e inútiles existencias en tratar que los demás tengan una vida desgraciada o no todo lo confortable que debería ser.

Quizá si os doy ejemplos podréis visualizarlos con más facilidad, y así dejéis de pensar solo en vuestro cuñado (es broma, quiero mucho a los míos :P)

Ejemplo número 1: vas a coger el ascensor y, sin darte cuenta, no le esperas porque estabas a tus cosas. En este caso los Inservibles empiezan a dar golpes a la puerta, a amenazarte, y cuando vuelves a casa al cabo de un rato te encuentras la puerta rayada con la palabra PUTA bien grande y difícil de arreglar.

Ejemplo número 2: solo porque no te apetece que toque a tu perro, debido a que un día te dijo que eran unos animales muy gilipollas, te empieza a amenazar en plena calle con tocarte a ti (es decir, pegarte, porque cuando quieren son todo poesía), mientras levanta el puño y te grita como si alguna almorrana (seguramente cerebral) les hubiese explotado.

Ejemplo número 3: cuando cansado de sus amenazas decides denunciarle y estás en la vista rápida, el Inservible decide que ese es el lugar perfecto para dar rienda suelta a su loca imaginación, y decide montarse una película en su dura y minúscula cabeza de neandertal, en la que tú le has roto una mano, has violado a su mujer, o le has obligado a comerle el “xoxo” a todas las vecinas, hasta el punto de que “todos”, siempre dentro de sus fantasías húmedas, le hemos acabado llamando BocaXoxo a modo de burla. Y repito: esto lo empieza a decir él. Porque sí.

¿Ya le tenéis claro en vuestra cabeza? Seguramente ninguno de los tres ejemplos os suenen de nada, porque me han pasado a mí (excepto el primero que le pasó a una vecina mía), pero creo que no me equivoco al afirmar que de un modo u otro habéis tenido la mala suerte de cruzaros en el camino de este tipo de desechos humanos o algún pariente vuestro lo sufre en la actualidad. Y no lo neguéis: estáis pensando que menos mal que me está pasando a mí, y no a vosotros.

Tranquilos, yo pensaría lo mismo.

El caso es que llevo mucho tiempo pensando qué es lo que les impulsa a hacer este tipo de cosas, qué lleva a una persona a dedicar cada segundo de su vida a amenazar, insultar, jorobar o lanzar cosas por la calle a los demás sin que la locura esté en la ecuación (que muy pocas veces está), y solo he llegado a una conclusión: saben que sus vidas no sirven para nada.

A raíz de mi investigación (que ha consistido en coexistir cerca de uno) he podido observar como estos personajes miran a los demás con una mirada oscura, llena de rencor y de envidia, y que posiblemente debido a eso, y porque saben que nadie, ni siquiera sus padres si es que tienen la desgracia de seguir vivos, les llorarían si algo les pasase, y eso es algo que los Inservibles saben muy bien y les corroe por dentro hasta el punto de culparnos a todos por ello.

También, quizá, tengan la polla pequeña, pero esa parte del informe entra en la zona teórica, y no tengo datos (ni los he buscado por el bien de mi cordura) que lo corroboren. Pero es como cuando ves a un tío muy fuerte con un coche enorme y brillante, que huele a la legua que algo trata de compensar. Pues con los Inservibles igual, fastidian a los demás, los amenazan y les joden las puertas y los felpudos, porque se sienten tan inútiles, inferiores, patéticos, pusilánimes (esto quizá no sepan ni que significa) y sin nadie cerca que les dé algo de cariño (si exceptuamos los gritos de amenazas de sus mujeres; porque sí, a veces hasta tienen pareja, lo que dice muy poco de ellas que sigan viviendo con semejante aborto con ojos), que optan por canalizar esta sensación de completa exclusión social tratando de llevar al resto del mundo a su agujero de patetismo, sinsentido, y falta de significado en la sociedad.

No está mal para ser una investigación que nació de un odio visceral y justificado contra un vecino, ¿verdad?

Ahora debería venir una conclusión, ¿no?, algo así como ¿Y qué podemos hacer para defendernos de ellos? Pues, lo siento, pero no habrá algo así. Y no por falta de ganas de decir lo que haría con alguien así en un cuarto sin ventanas, o porque se note que esto lo estoy escribiendo para desahogarme (¿se ha notado mucho?) y ya tengo bastante con esta válvula de escape; no. La verdad es que no tengo una conclusión, solución o consejo porque creo que los Inservibles son como la diarrea: cuando llega es un fastidio y puede amargarte un buen día, pero con tesón y tiempo al final acaba desapareciendo y entonces ni nos acordaremos de ella.

Pero ese tiempo sufriéndolos, aguantándolos, bien vale un pedacito de cielo, ¿verdad, Dios?