Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

La prostitución de la “verdad”

Nunca he creído realmente en el horóscopo, en eso de que como la Luna está ahí o nací en la semana tal soy de una forma o de otra, tengo un carácter u otro, pero algo os puedo asegurar: las mejores discusiones las he tenido con un amigo Leo; siendo yo Tauro.

Él sí cree en los signos del zodiaco, y desde que le conozco lleva dándome la matraca sobre que soy un cabezota por ser Tauro, mientras él se empeña en tener siempre la razón de su parte por ser Leo. Y reconozco que hemos tenido mil millones de discusiones, aunque siempre por chorradas, debido a esa cabezonería que sí acepto como parte de mi carácter, pero hay algo que ni mi amigo ni yo somos capaces de negar: en el caso de que alguno de los dos no tenga razón, y el otro se lo haga ver, no nos importa lo más mínimo aceptar la derrota y pedir disculpas, en caso de que sea necesario, o reconocer que nos estábamos equivocando, que no teníamos la verdad de nuestra parte. Y, después, tan amigos y con algo aprendido para casa.

“NADIE, tiene la verdad absoluta de su lado solo por lo alto que grite, los insultos que mande, o los apoyos que tenga.”

Por eso, sabiendo que tanto yo como mi amigo somos capaces de reconocer que nos equivocamos, y señalar las palabras del otro como ciertas, no llego a comprender como en nuestra sociedad existen todavía personas que se empeñan una y otra vez en no tratar, ni un poco, de comprender a los demás, de tratar de aprender de ellos, de tratar de aceptar que nadie, NADIE, tiene la verdad absoluta de su lado solo por lo alto que grite, los insultos que mande, o los apoyos que tenga.

Simplemente no la tienen porque hay mil pruebas que lo demuestran.

Pruebas que ellos, por supuesto, se esfuerzan en no ver o borrar; como si el hecho de destruir algo, de borrarlo del mapa, haga que deje de existir para siempre en la memoria de los demás. Y lo peor de todo es que, por desgracia para todos, repito, TODOS, nos empeñamos en darles la razón solamente porque, con ella de su parte, creemos que nuestro camino, nuestro día a día, será mejor(que es un mal sinónimo de sencillo), además de tratar de darle utilidad a esta existencia fallida que casi toda la humanidad padece en mayor o menor grado. Porque no nos engañemos ni nos dejemos engañar: esto no va de descubrir la verdad o de hacer que con ella seamos más inteligentes o sabios o evolucionemos, esto va de que si tienes la verdad de tu lado, se merezca o no es significado, eres la persona que manda, que guía, que puede atacar a los demás porque son los pobres necios, tontos e ignorantes a los que hay que borrar del mapa para que todo vaya a mejor.

Y joder si va a mejor el mundo con este plan maestro, ¿verdad?

Estamos rodeados de políticos que creen que el truco de repetir una mentira a gritos la hace convertir en verdad; de periodistas que agarran de la cintura a estos mismos políticos y los suben, como un niño a un columpio oxidado, a esa cumbre en la que no ayudará a nadie pero, sin duda, les darán de comer a los supuestos defensores de la información neutral; y, desde luego, tenemos mirándonos, señalándonos y, lo peor, juzgándonos, a todo un séquito de gurús en las redes que usan el anonimato (la mayoría de veces por cobardía o falta de razón en sus ideas y argumentos; aunque, por suerte, también hay casos donde la verdadera razón de su máscara reside en que los cegados por la “verdad” caigan en su error de un modo mucho más efectivo) para atacar a todo el que ellos juzguen como enemigo de su noble lucha, de su discurso lleno de lagunas y vacío de razón, porque si no fuera así: ¿crees que haría falta insistir tanto en una idea, si tras ella no hubiera dudas, falsedad, mentiras e intereses?

“Porque una ideología no te hace mayor portador de la verdad, del mismo modo que ser de una raza o sexo te da la razón per se.”

Los que poseen la verdad, los que saben que no se equivocan con sus afirmaciones, no necesitan ni deben discutir con estos energúmenos, estos hooligans de la desinformación, porque el único modo de hundir un cadáver en el río es esperar a que se llene de aire, o de basura mucho más pesada, y llegado ese momento observar, con palomitas a poder ser, como se hunde en sus mentiras, como se ahoga en lo que ellos defendían con locura de la que te lleva a acabar encerrado, y entonces solo queda cruzar el río y empezar a trabajar duro para arreglarlo todo cuanto antes.

Hay que aceptar lo que los demás dicen como una posible verdad y, con inteligencia y la mente muy abierta, ver si tiene los bordes bien pulidos, las aristas perfectamente moldeadas, y solo en caso de haber hecho esto, atacarla o no, debatirla o no, y olvidarnos de quién la dice y por qué, porque, por poner un ejemplo personal, siendo apolítico como me considero, no me avergüenzo de decir que amigos muy comunistas me han hecho ver algún fallo en mis creencias, pero del mismo modo gente muy de derechas me han defendido sus ideas, y no me ha quedado otra que decirles que sí, que tienen razón y lógica en sus argumentos, y asentir. Porque una ideología no te hace mayor portador de la verdad, del mismo modo que ser de una raza o sexo te da la razón per se. Eso es de gilipollas, reconozcámoslo. Lo que te hace una persona que entiende el mundo, y que puede hablar con todos sin acabar en una pelea o un enfado, es saber que nadie tiene la verdad de su lado solamente porque lo grite a los cuatro vientos o tenga un apoyo cubierto de purpurina. La verdad es algo demasiado frágil y valioso, demasiado lleno de valores y de motivos para matarnos, como para dársela al primer payaso con una camiseta llena de chapas con símbolos políticos, o una bandera con ese color o aquel.

La verdad no es de nadie que no luche por ella, y ni siquiera es mía por haber escrito todo esto, sino que es del que me diga pues tienes razóno del que me escriba y diga Manu, creo que esto no es verdad, porque…

¿No crees?

PD: esto viene por todo el lío político y de juicios que me rodean en estos primeros DOS meses del año (empieza fuerte), y porque con mi artículo de la semana pasada del cine español recibí mensajes y llamadas de gente que sabe mucho del tema, y gracias a los cuales escribiré una ampliación. Porque ni yo, ni tú, como ya he dicho, nace aprendido o con un tatuaje que diga LO SÉ TODO; y menos mal…