Esta película de drama post-bélico, muy lejos de mostrarnos el que hacer de las guerras, nos sitúa en las consecuencias morales y sociales de un soldado a la vuelta a casa; pudiendo resumir la temática de la película como la “prostitución del honor militar”.
Desde luego no asistimos a la mejor película de Ang Lee, pero lejos de su calidad cinematográfica, el director sigue fiel a su estilo; nos da que pensar, material para la reflexión y puntos de vista que acercan a realidades que nos quieren esconder.
A cerca de Ang Lee, y su trabajo como tal, hay que remarcar diversas cosas; en primera instancia el uso de los planos subjetivos, tanto por la composición de estos artísticamente hablando, como la introspección que ellos suscitan para conocer el interior del personaje; especial mención al tiempo narrativo, ya que nos muestra lo que pasa dejándonos con ganas de lo que va a pasar.
Asistimos a una obviedad mundial y es que América está podrida por el dinero y por sus intereses; muestra de ello es la perdida de respeto constante a la que son sometidos los “héroes” que lucharon por ellos; insultos, peleas, falta de atención, malos modales y constantes acciones que ridiculizan a un escuadrón que ha estado sumido en una batalla por su país.
Con un claro, pero no latente protagonista marcado secundariamente en todo el film, el petróleo; activo que articula todo el discurso bélico y nos refleja la cruda realidad de América. Soldados “adiestrados” para responder ante su patria, dejando atrás todo interés que no sea la guerra, haciendo de su “casa” la guerra, lugar donde se sienten cómodos y donde son tratados como lo que son, armas de matar aleccionados para los conflictos bélicos.
Billy Lynn se estrenará en España el 27 de enero.
