ADIÓS ALFONSO AZPIRI

En una época en la que el cómic era considerado un arte menor existió una generación de artistas que dedicaron su vida a elevar este género al lugar que merecía, y uno de estos hombres fue Alfonso Azpiri. Hoy lamentamos la pérdida de este gran ilustrador y desde YellowBreak queremos rendirle un pequeño homenaje con este artículo escrito por José Del Río Fortich, CEO de la editorial Apache Libros, gran amigo y conocedor de su obra.

El pasado 18 de agosto fallecía, y de forma repentina, el prestigioso ilustrador Alfonso Azpiri (Madrid, 1947). Los que tuvimos oportunidad de conocerle y disfrutar de su presencia, le recordaremos como una persona afable, conversadora y agradecida que disfrutaba relacionándose con los fans en todos los eventos y convenciones. Siempre estaba dispuesto a firmar un cómic o a hacerse una foto con los seguidores que se acercaban a él.

Desde los años setenta fue un referente en el mundo del cómic español. Debutó en 1971 en la revista Trinca con Carlos Buiza y Carlos Cidoncha. Cuando esta revista cerró, a mediados de la década de los setenta, pasó a dibujar encargos para el mercado italiano y, al mismo tiempo, desarrollaba su cómic Zephyd junto a Cidoncha.

Los ochenta y los videojuegos

Fue durante la década de los ochenta cuando Azpiri saltó a la fama con la publicación de la serie Lorna, para las revistas Penthouse Comix y Heavy Metal, y, sobre todo, por las más de doscientas portadas de videojuegos que realizó durante esa década. Todos los que crecimos con el surgimiento del Spectrum, Amstrad o MSX idolatrábamos sus cubiertas y el estilo que impregnaba en cada una de ellas. En 1988, Azpiri crea a Mot, otro de sus personajes más conocidos que sería publicado en el suplemento dominical del diario El País e incluso adaptado a la pequeña pantalla.

En los últimos años, el dibujante seguía en activo, participando en numerosas convenciones dedicadas al cómic o festivales de cine. Su conexión con el fandom era total. Las muestras de cariño recibidas tras su muerte son fiel reflejo del respeto y amor que le rendían los aficionados.