ADICCIÓN A LAS BISTECS

Los Santos fuimos testigos del directo que las precursoras del provocativo electro-disgusting ofrecieron en Barcelona.

Individual-3A escasos minutos de acudir a la Sala Apolo, en nuestro estudio reinaba la incertidumbre. Todos nos preguntábamos qué iba a deparar el concierto de Las Bistecs, si se le puede llamar concierto, porque, como ellas afirman, no son un grupo de música, sino un proyecto artístico. Además, la web de la sala ya había anunciado que se habían vendido todas las entradas. Nos preparamos para una noche toledana.

Con la duda revoloteando nuestras cabezas llegamos a la esquina de Nou de la Rambla y comprobamos que un nutrido grupo de personas rozando la mayoría de edad ya forma una larga cola, ¿pero qué pasa en Barcelona? Ofrezcan lo que ofrezcan, Las Bistecs ya han conseguido convertir al electro-disgusting a la generación Z. Una vez dentro, mientras la Apolo se iba llenando irreversiblemente hasta la bandera, nos quedamos atónitos ante el espectáculo del primer artista, Paralelo. Con el torso desnudo y una peluca digna de Su Majestad Imperial Silverio, Paralelo cantó con su voz de ultratumba blandiendo desafiante una espada medieval a ritmo de sintetizador. Un show tenebrosamente divertido. Tras él, la temperatura subió cuando apareció Bettie Tiniebla, una bailarina de pelo en pecho que nada tenía que envidiar a las de la vecina Sala Bagdad.

El ambiente ya estaba caldeado y la sala abarrotada cuando dos DJ’s con un riguroso outfit full black se pusieron a los controles y dispararon los primeros compases. Como curiosidad, una máscara de bistec ocultaba sus caras. Tras ellos, dos mujeres enfundadas en sendos trajes de licra aparecieron. Alba Rihe y Carla Moreno, Las Bistecs, las ansiadas Bistecs, por fin saltaron a escena. “¿Habéis pagado 12 euros por ver esto? Pero qué mal gusto tenéis”. Ante tal declaración de intenciones, el gentío enloqueció. La filosofía de estas hijas del siglo XXI ha calado hondo. Y es que se creó una perfecta simbiosis entre Las Bistecs y el público, cuyo grueso consistía en una amalgama de pelos cardados, ropas extravagantes y accesorios kitsch que casaban perfectamente con el representativo atrezo del escenario: hinchables de una columna jónica, un bistec que rotaba sobre su eje, dos ojos y unos labios. Por su parte, Alba y Carla cambiaban constantemente de look, introducían cada canción con un divertido y provocativo monólogo y sus ingeniosos videoclips se proyectaban al fondo del escenario. Evidentemente, todos estos elementos no tendrían tanta importancia si habláramos de un concierto al uso. Pero lo que Las Bistecs plantean es toda una performance. Buscan provocarte, que te rías, que cantes sus temas y que bailes con sus bases electrónicas.

imagen_bistecs1Todo hacía presagiar un Eurofiestón. Los éxitos fueron sonando uno a uno y nosotros con arduos esfuerzos nos adentramos en primera fila para retratar a estas señoras fetén. Absolutamente toda la vanguardia se sabía de memoria cada canción y las recitaba con una facilidad pasmosa. No solo sus letras, sino también su música nos creó adicción: no podíamos dejar de bailar el techno ravero de Cosas negras, el trap de Metro o el trance de Sexy o no. Ni que decir tiene el descontrol que se formó con su archiconocido HDA. Si algo han hecho Las Bistecs por esta generación obnubilada por las pantallas de sus móviles, es esta pegadiza lección de historia del arte. Otro momento álgido fue cuando sonó Señoras bien, en el que Alba dio la vuelta al bistec rotante del escenario mostrando su cara oculta, que escondía siluetas de gaviotas blancas sobre fondo azul cielo. ¡Viva el vino! Ya os podréis imaginar la locura que eso desató. Seguían sonando los temas de su disco Oferta y Las Bistecs eran conscientes de que tenían al respetable en el bolsillo. Se cambiaron de ropa repetidas veces, tocaron unas guitarras hinchables en su tema Galicia e incluso nos regaron con cava.

imagen_bistecs3Finalmente, habiendo interpretado ya la totalidad de su disco, Las Bistecs nos volvieron a sorprender en el momento del bis. Cuando regresaron al escenario, sonó de nuevo Señoras bien, cosa que nos extrañó al no estar acostumbrados a que la última canción de un concierto sea una repetida. Sin embargo, hemos consultado otros de sus setlists y comprobado que es una práctica habitual en sus conciertos. Pensándolo detenidamente, Las Bistecs son un producto del siglo XXI que ofrece lo que el público del siglo XXI quiere: música electrónica contundente, un fuerte estímulo visual y letras críticas, divertidas y, sobre todo, adictivas. Y si sus fans ansían disfrutar de nuevo de otra de sus bombas electro-disgusting, ¿quiénes son ellas para no acceder a darles el gustazo? Encima, si es Señoras bien, mejor para nosotros, pues la consideramos su canción más completa. Con una letra claramente crítica con ciertas mujeres, su base bebe del post-punk más discotequero y el techno-pop de principios de los ochenta. Y eso aquí nos encanta.

En definitiva, Las Bistecs han encontrado la fórmula del éxito en el siglo XXI: bases electrónicas que, si bien no sorprenden, son fácilmente asociables a otros estilos, con letras inteligentemente simples engranadas a la perfección con la música, lo que las hace extremadamente pegadizas. Si a eso añadimos la fuerza visual que les da su variante artística y el humor y la crítica que destilan, no es de extrañar que tengan legiones de fans comiendo de su mano. Y lo más importante, defienden su propuesta artística en directo con maestría. Queridos adictos a la cultura de la noche oscura, al humor inteligente y a los 80: he aquí el electro-disgusting.

Los Santos, Barcelona Sur.