Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

A mi señora

Cuando los motivos por los que algo tan horrible como la desaparición casi completa de una obra de arte y cultural tan grande como Notre Dame no están todavía claros, lo mejor que puede hacer uno es no dejarse llevar por la desconfianza, la ira, el pesimismo y la total falta de empatía por la raza humana.

Pero el que está escribiendo soy yo… así que cogeré todos los posibles motivos y los dejaré sobre la mesa, y a partir de ahí que cada uno saque su opinión.

Admitámoslo, lo primero que pensamos todos al ver las imágenes del techo de la catedral en llamas fue en algo hecho adrede, sobre todo tras todos los incendios provocados que durante estos últimos meses están asolando la capital francesa, pero a diferencia de mucha gente (las redes sociales son el espejo del alma a veces) no le puse ni raza ni credo a los culpables, simplemente pensé en que alguien tiene que estar muy vacío por dentro, y haber llenado ese hueco de estiércol de la mejor calidad, para hacer algo así. Y lo digo como amante y consumidor de Black Metal, posiblemente el estilo musical más bestia y poco respetuoso con las iglesias y catedrales cristianas (hay una historia detrás que tiene cierta lógica, pero eso no quita que quemar una iglesia siempre me haya parecido una canallada). Es imposible no ver los videos del pasado lunes, ver como cae la aguja central y como las llamas devoran lo que antes era un lugar inspirador y lleno de magia, y no sentir ganas de agarrar al/los hijosdeputay darles de hostias hasta arrancarles el alma, porque este tipo de personas son ese ejemplo viviente de porque el ser humano no es más que basura, no somos más que basura, y merecemos todas las cosas malas que nos pasan por no arreglar los problemas y estar en paz como única finalidad a nuestra existencia.

Y eso me lleva al segundo supuesto: que haya ardido por un descuido o porque el destino lo ha querido.

Siempre he creído que todo pasa por una razón, que nada está atado al azar ni somos completamente libres de dar el siguiente paso (esto daría para debate, que estaré encantado de tener algún día), y si el mundo estaba destinado a no seguir teniendo es su lista de grandes logros la construcción de Notre Damme, será por algo.

Llámalo karma, puede llamarlo incluso castigo, pero lo que está claro es que no nos merecíamos algo tan bello. Notre Damme ha inspirado, hecho felices y ha servido de postal para tantas historias de amor que igual no nos lo merecemos.

Estamos podridos, perdidos y cubiertos de una mugre que hace que nos resbale todo lo grande que tenemos, todo lo hermoso, y al final lo colocamos en una esquina lejana, llena de polvo, mientras centramos nuestros esfuerzos en tonterías tan caducas como el trabajo, el dinero, el egoísmo y la falta de ilusión por todo lo que hacemos (hablo en plural como un ejercicio fácil en el que quiero meteros en el ajo, porque yo no me he sentido nunca así, igual que muchos de vosotros. Pero como la experiencia me dice que la gran mayoría no está de mi lado, pues dicho y ya está).

Nuestra señora de Notre Dame ha muerto. Jamás volverá a ser la misma por mucho que intentemos arreglarla o restaurarla, y eso debería hacernos reflexionar sobre tres cosas:

-Nada dura para siempre y la mierda de frase de Algún día iréno debería ser pronunciada nunca porque, quizá, aquello no llegue o, lo siento, incluso tú no llegues.

-Deberíamos respetarnos sin importar religión, raza, cultura, etcétera (esto va por si al final mis peores ideas se cumplen, que todavía no lo sé), porque al final esta mierda solo nos va a llevar a la destrucción grupal sin probabilidad de salvación. Y lo digo de una forma recíproca, no creáis que solo es un mensaje de nosotros hacía ellos, también ellos deberían comenzar a pensar, en general.

-Nunca perdáis la oportunidad de vivir, de hacer, de decir o pensar, porque en cuanto te descuides todo serán cenizas y tú no habrás hecho NADA, y ni todas las lágrimas y mocos derramados del mundo van a poder hacerte volver atrás en el tiempo. Vivid, joder. Vivid.

Nuestra señora ha muerto.