89 EDICIÓN

¡Estuvimos en los Oscar! (o casi) 

‘’City of stars… Are you shining just for me? La la la laaaa na na na naaa’’ Esa musiquilla no dejaba de sonar en mi cabeza, y esta noche sonaba más fuerte que nunca. Oh my god! Hoy sí que sí, el cielo estaba despejado, las estrellas alineadas en su posición, y yo… era una de ellas. Quería bailar y llevaba mis zapatos de claqué listos para deslumbrar. Estaba allí, frente al ‘’Dolby Theatre’’ de Hollywood y estaba claro que iba a entrar. ¡YellowBreak tenía que brillar en el firmamento esa noche!

imagen_oscar3Esta vez el plan tenía que salir bien, la MBMFW simplemente fue el calentamiento, mi ‘’My Bonnie’’ particular, mi perrita Laika… Pero hoy era distinto, hoy tenía que coger la pista de salida y conseguir ser uno más en el epicentro de Hollywood. Sí bro, the night estaba lista y yo quería beber de esa miel tan dulce. Pero… ¿Cómo franquear una triple barrera, más de 1.500 guardas de seguridad e innumerables controles de acreditación? Pues muy fácil. Agus, recuerda cuando te colabas con 13 años en los conciertos de Estopa. Vamos, pan comido.

En primer lugar tenía que aparentar seguridad y camuflarme entre la multitud. Oh Sam, necesitaba sentir las piernas y usarlas rápido si intentaban detenerme. Así que lo que hice fue buscar el grupillo con pinta más decidida y Vip que mis ojos podían alcanzar, y acoplarme a ellos sin que se dieran cuenta de mi engaño.

Me aproximé a unos tipos trajeados y con gafas de sol (yo iba con su misma estética), lo único que tenía que hacer era no desentonar con el saludo.

‘’Hey Niggi!’’ (¡Cuánto daño ha hecho el cine en mi vida!) Grité mientras les extendía el puño para chocar. Sí… hubo un silencio incómodo… miradas… tensión… (F*** me van a pillar). Pero, como no querían quedar mal y ninguno de los dos bandos sabía quién era más importante allí… me chocaron al grito de ‘’Hey bro!’’. Yes we can! Punto para Agus Scab. ¿Qué pasa premios Forqué, ahora sí que os gustaría tenerme allí verdad? (algún día os contaré esa historia).

Me puse a hablar con ellos sobre mis preferencias para esa noche, sobre lo magnífica que pintaba la gala y por supuesto, destaqué mis últimas producciones de cine independiente que acababa de realizar por el sudeste asiático. Y de nuevo, no sé si por miedo a quedar como unos cutres paletos de Wisconsin (por cierto, buenos quesos los de Wisconsin) o por educación, no se atrevieron a decirme que no conocían ninguno de mis títulos, cosa que me hizo quedar por las nubes con una mentirijilla un poco elaborada, vamos, una sinopsis de la vida de Mel Gibson.

Aún no sabía muy bien a qué se dedicaban, pero el momento mágico se produjo. ‘’Hey tío, ¿quieres entrar con nosotros y tomamos unas copas antes de la gala?’’ Mi cerebro bailaba swing y canturreaba alguna estúpida melodía en ese preciso instante. Estaba muy cerca de entrar. La alfombra roja estaba ahí.

Tras hacerme un poco el interesante y remolonear su invitación (cuando me meto en el papel, me meto bien) acepté a entrar con ellos, casi haciéndoles un favor.

Pasamos los tres controles y dejamos a rebufo a todos los guardas de seguridad. Seguía sin saber quién era esa gente, pero estaba claro que no necesitábamos pase.

imagen_oscar4Y de repente… ¡llegó el momento! Show must go on! Puse los dos pies en la alfombra roja… ¡estaba in the house! Me dijeron que íbamos a ir a una zona VIP hasta que entráramos al auditorio de la gala. ‘’Ok, me vale’’.

Aquí llegó mi sorpresa… esta gente eran los responsables de protocolo y jefes de prensa de nada más y nada menos que Emma Stone. Tras ser cortejado con unas cuantas copas de champagne (del caro) y un aperitivo… apareció ella, bailando sobre la alfombra, directa a nuestro reservado, el momento no podía ser más mágico. Agus, aguanta las formas, aguanta las formas… ¡A la mierda!

Me lancé y le di un abrazo mientras se me ocurrió la genial idea de que cantara conmigo un fragmento de ‘’city of stars’’. Le hizo tanta gracia mi cercanía que accedió. El resto de la historia me tendréis que preguntar por privado a mi Facebook, demasiadas anécdotas para un único artículo.

Quedaban 30 minutos para empezar. Estábamos dentro. Acomodados. La noche en la que los blancos iban a salvar el jazz estaba a punto de explotar en un arcoíris de sorpresas que aún no me podía ni imaginar.

Mi peli. La peli que me hizo soñar, amar, disfrutar, volar y sentir lo que es la belleza audiovisual más pura, lo siento no puedo esconder mi pasión por LA LA LAND, partía como favorita para muchos. Aunque en el ring tenía un rival que no había entrenado tanto, pero estaba peligrosamente bien colocado para golpear. Un rival que estaba prefabricado de ante mano para ‘’pillar’’ bien de premios y que desde el minuto uno fue engendrado con ese objetivo, lo siento, pero tampoco puedo esconder mi desidia por la peli esa de la luna.

Pero yo tenía fe, esa noche íbamos a cantar sobre la ciudad de las estrellas. Todo iba según lo previsto… y de repente… ¡Premio a mejor película! Redoble de tambores… LA LA YEEEEEEES!!!! ¡¡Siiiii!! ¡VAMOS! ¡LA MAGIA HA GANADO AL OPORTUNISMO! ¡BRA… Oh… wait…

No quiero seguir escribiendo sobre esto.

El dolor me hizo abrir los ojos. Abrí la puerta del urinario, me lavé la cara y salí del cuarto de baño. Regresé al patio de butacas del teatro Príncipe Pío, recogí mi abrigo y me fui para casa.

Caminaba con la cabeza agachada por la Gran Vía de Madrid… me dio por mirar al cielo para despejar la mente, pero la contaminación no me dejaba ver ninguna estrella, ningún rastro de luz en esta ciudad, a parte de la estúpida luna. Allí estaba nuestro satélite. Riéndose descaradamente de mí, eclipsando a Casiopea, Andrómeda y demás constelaciones majestuosas.

Ríete maldita, ríete. En unas horas saldrá el sol y nadie se acordará de ti. JAH!

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